Las zonas de reserva del habitar (III)


Alex Majoli (1971)

El escritor peruano Ciro Alegría tituló una novela suya con una sentencia: El mundo es ancho y ajeno.
De esta forma identificó, a la vez, la amplitud feliz del mundo, como tal, y la enajenación como la condición intrínseca del pobre. La aflicción de la pobreza radica en la imposibilidad de abrir los brazos para comprender en tal gesto la dimensión propia del mundo, para sumirse en la estrechez de aquel al que esta dimensión se le ha hurtado. Así el humilde se postra sobre la parva morada de apenas su sombra, caída la mirada y encogidos los brazos. El cuerpo es la señal de esa congoja fundamental.
Todo hace sospechar que sólo se puede acceder a la plena existencia con el concurso de una holgura local de reserva, con la provisión de un ámbito de generoso desahogo local que permita, allí en el umbral, extender el gesto hasta conseguir hacer efectivamente propio el mundo circundante.

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