El extranjero atrapado en un puro trayecto


Jake Borden

El extranjero es aquel, sostenía Simmel, que encarna el contrasentido de un ser que está al mismo tiempo cerca y lejos: cerca físicamente, pero lejos moralmente. Un habitante de otro país no es, en tanto permanezca en él, extranjero; lo es, cuando está aquí, en ese lugar que no es el suyo, sino el nuestro. Ni que decir tiene que esa virtud del extranjero –alguien que está dentro pero que no pertenece al adentro, que sintetiza lo que es al mismo tiempo remoto y próximo– en orden a representar todo tipo de peligros externos que se habían conseguido introducir en el seno mismo de la sociedad. "El extranjero está en el círculo, pero no pertenece a él", dice Simmel. Estando aquí no pertenece al aquí, sino a algún allí. Está entre nosotros físicamente, es cierto, pero en realidad se le percibe como permaneciendo de algún modo en otro sitio y encarnando las propiedades de ese otro sitio que han viajado con él. O, mejor, se diría que no están de hecho en ningún lugar concreto, sino como atrapados en un puro trayecto.
Manuel Delgado, 2019

En esta oportunidad, el aporte del antropólogo catalán Manuel Delgado incorpora una inquietante perspectiva.
Quizá es una exageración pensar en asociar la condición de extranjero a una suerte de patología en el habitar, pero, sin duda, se trata de una situación problemática, que es interesante abordar tanto a los efectos de su dilucidación, así como un aporte a la teoría general del habitar desde sus territorios fronterizos. La observación de Simmel, en este último sentido, es iluminadora: pertenecer a un círculo, para un ser humano, no es una simple función topológica. Porque no basta con posar los pies en unos puntos de un círculo que constituye un lugar; hay que pertenecer a él, para, en verdad, habitarlo. Es preciso constituirse como texto en un contexto propio y apropiado.
Ser extranjero proviene de la posibilidad —omnipresente en toda y cada una de nuestras situaciones— en que nuestro contexto se nos vuelva inapropiado, extraño, ajeno. Hasta tan lejos nos pueden llevar las tristezas de la vida.

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