Es evidente que se ha agotado la forma
de pensar y de vida de la vieja Europa, la filosofía; la biosofía acaba de
comenzar su trabajo, la teoría de las atmósferas se acaba de consolidar
provisionalmente, la teoría general de los sistemas de inmunidad y de los
sistemas de comunidad están en sus inicios, una teoría de los lugares, de las situaciones,
de las inmersiones se pone en marcha lentamente, la sustitución de la
sociología por la teoría de redes de actores es una hipótesis con poca
recepción aún, consideraciones sobre la movilización de un colectivo
constituido realistamente con el fin de aprobar una nueva constitución para la
sociedad global del saber no han mostrado más que esbozos. En estos indicios no
puede reconocerse sin más una tendencia común. Sólo algo está claro; donde se
lamentaban pérdidas de forma, aparecen ganancias en movilidad
(Sloterdijk, 2004: 24)