Algunas notas leídas en las esferas de Peter Sloterdijk: Decimocuarto fragmento

El alma externa —una membrana: con esa idea puede entenderse que sólo a través de ese medio, de esa esclusa, de ese intercambiador, pueda suceder siquiera algo así como construcción del mundo en el campo subjetivo, es decir, en la esfera simbiótica y sus espacios subsiguientes. Como forma de dos lados, la membrana, por una parte, asegura que el mundo, por decirlo así, sólo pueda entrar en el sujeto por mediación del “gemelo” —que transitoriamente se presenta ante todo como madre—; y provoca, por otra, que el Selbst ya esté siempre fuera, con su doble. El sujeto y su complementador constituyen juntos, en primer lugar, una celda de intimidad sin mundo —o con un mundo propio—; pero puesto que el sujeto es informado por su doble, y en principio sólo por él, sobre el volumen del “mundo” en una cultura dada, el acceso al exterior depende completamente para el sujeto en formación de las calidades de membrana del otro interior. En tanto vuela en dirección al otro interior, se desarrolla él mismo en su mundo más amplio. La apertura y amplitud del mundo es el regalo del doble como membrana.
(Sloterdijk, 1998: 400)

Comentarios
  1. Considerar un alma externa, una membrana análoga a una placenta, es una idea interesante.
  2. Una psiqué que rodee al yo como una membrana que dispone a la mismidad (Sebst) de cara al exterior del lugar íntimo, es una construcción ciertamente seductora. Ojalá pruebe su fertilidad en su desarrollo; es lo que se espera de todo pensamiento seminal.
  3. Si se asume la idea de membrana, entonces es concebible el doble efecto de apertura del mundo, por un lado y, por otro, la correspondiente apertura del lugar íntimo del sujeto.


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