Circulaciones

Quiso la arquitectura renovadora del siglo XX que el deambular se restringiera a la pura función de circular.
Pero circular es apenas desplazarse de un punto a otro. Si uno considera así la cuestión, todo parece reducirse a minimizar el trayecto y a optimizar la velocidad. Llegado a la meta, el esfuerzo óptimo ha vencido la distancia.
Deambular es otra cosa, mucho más compleja, más rica y más congruente con la vida humana. Deambular es desplazarse, sí, pero no simplemente de un punto a otro del espacio, sino reemplazar los lugares vividos en una sucesión (promenade, en francés) en donde cada instante está dotado de significado, y que es más que simplemente una expectativa por alcanzar una meta. Deambular es acontecer el camino. La arquitectura, para Le Corbusier se deja apreciar y comprender con una sabia promenade architecturale.

Ahora, uno, o bien puede concebir una arquitectura con sucintas circulaciones o bien urdir una arquitectura apta para que la gente deambule. Aquí nos inclinamos por la segunda opción.

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