La primera de las dimensiones fundamentales del lugar

La actividad de la marcha promueve en el cuerpo el despliegue de una dimensión que llamaremos, en principio, profundidad. Se trata de una extensión medida a pasos cuando no se cuenta con el auxilio de un vehículo. En tanto proviene de un movimiento fundamental supone no sólo espacio sino también tiempo.
En la medida en que la mirada se coordina con la marcha, el cuerpo abre una perspectiva: señala un punto en un horizonte y tiende una recta entre el propio cuerpo y en el foco. Con esta recta estructuramos el mundo tal como se nos presenta. Por ello podemos hablar ahora de profundidad perspectiva.

Como puede fácilmente entenderse, la vida consta de un discontinuo pero pertinaz desplazamiento dirigido siempre hacia el inalcanzable foco en el horizonte. Por esta causa, la profundidad perspectiva constituye, quizá, la primera de las dimensiones fundamentales del cuerpo-en-el-lugar.

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