El
lugar del fuego se consideraba un punto central de la casa, de ahí que hogar
signifique tanto fuego como lugar en que se habita.
El
lugar del fuego es tan sagrado cuanto lo es el elemento que lo ocupa. Es
también tan sagrado cuanto es central en el lugar.
A su
vez, el fuego constituye una instancia de articulación, esto es, un lugar en
donde a la vez se unen y separan materias de naturaleza tan dispar como lo
crudo y lo cocido, el remedio y el veneno, las ofrendas a los dioses y los
rituales de brujería.
Habitamos
con el fuego sagrado en tanto nuestra vida nos condena a transformar, a separar
y reunir, a disociar y combinar. Porque de alguna manera somos portadores de
fuegos.
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