Ya no
es posible contentarse con el designio doble de proyectar y construir en
arquitectura. A estos imperativos se les debe sumar la labor hermenéutica del
habitar.
En
efecto, no es posible persistir en la creencia que el habitar sucede como
corolario no problemático de la labor proyectual y constructiva del arquitecto.
El habitar humano debe ser asediado en su observación e interpretación para
hacer de la arquitectura un humanismo práctico.
La
arquitectura hoy debe reconstruirse como ciencia hermenéutica del habitar.
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