Rafael Sanzio
(1483-1520) Madonna del baldaquino (1512)
Baldaquinos
y doseles aparecen toda vez que el arte procura amparar ciertas funciones
especialmente destacadas.
El
recurso de la duplicación de los lugares, que dispone edículos en ámbitos
construidos, que propone edificios-dentro-de edificios, responde evolutivamente
a variadas razones. En la Antigüedad, las estancias frígidas volvían
aconsejable amparar los lechos con doseles y cortinados para hacer confortable
el sueño. Por otra parte, la sofisticación de un baldaquino hace de un asiento
un trono honorífico o un lugar especialmente sagrado en un templo.
En
cierta forma, la presencia de tales duplicaciones pone de manifiesto las dos
superficies de las envolventes arquitectónicas del lugar habitado: por un lado
la conformación tectónica, por otro el amparo próximo del cuerpo.
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