Para muchas familias la residencia ideal sigue
siendo una casa o apartamento edificado con materiales sólidos, mucha luz
natural, techos altos, una importante sala comedor y cocina, varias
habitaciones, con un amplio garaje y bodega, seguridad privada y vastos
espacios verdes. Este imaginario se vincula a contextos demográficos,
socioculturales y económico-financieros que mutarán hacia mediados de siglo.
Con una esperanza de vida alrededor de los 80 años y la transformación de los
valores familiares tradicionales, los jóvenes preferirán permanecer solteros
por más tiempo, tener hijos después e invertir más en sus prioridades
personales que en propiedades familiares, algo que ya está ocurriendo.
López-Lamia,
2016
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