Friedrich von
Amerling (1803- 1887) Rudolf von Arthaber y sus hijos (1837)
La domesticidad tiene que ver
con la familia, la intimidad y una consagración al hogar, así como una
sensación de que la casa incorpora esos sentimientos, y no sólo les da refugio
Rybczynski,
1989
Es de
sospechar que nuestra idea de la
domesticidad le deba mucho a la domesticidad burguesa forjada históricamente
en la modernidad y que nos alcanza aún, languideciente.
En
los albores de la modernidad, la domesticidad desarrollada efectivamente en los
hogares burgueses ha constituido una retaguardia estratégica y de reserva de la
vida pública.
Así,
la familia burguesa se construye a sí misma como unidad económica privada
enfrentada social y económicamente al mercado. La casa se cierra sobre este
ámbito reservado y hurtado a la vida pública. Los individuos se producen y
reproducen al amparo de la privacidad. Es el hogar el centro simbólico de la
unidad social doméstica. La arquitectura burguesa es la expresión profunda y
consagrada de esta realidad.
En la
actualidad, ni la familia, ni la casa, ni los individuos, ni la domesticidad,
ni la arquitectura son lo que eran, aunque persista apenas el fantasma del oikos burgués habitando nuestras
conciencias.
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