La piedra y el adobe han dado lugar a un
imaginario arquitectónico muy distinto. La piedra es duradera, también es fría:
es adecuada para templos de dioses desdeñosos y para tumbas para la eternidad.
La piedra se asocia a los héroes. En Grecia, Deucalión repobló la tierra tras
el diluvio plantando piedras que se convirtieron en héroes armados.
Por el contrario, el adobe es frágil. Las formas
de arcilla se desmoronan rápidamente. Las construcciones deben ser restauradas,
o incluso reconstruidas constantemente. Duran lo que una vida humana dura.
Después de todo, casas y humanos han sido fabricados con el mismo material.
Mitos mesopotámicos y griegos nos lo recuerdan. Pero la arcilla es la carne de
la diosa madre de los inicios. Los edificios vibran: viven -y se desintegran.
Pedro
Azara, 2016
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