La
expresión inglesa skyline, que se
suele traducir como ‘horizonte’, me resulta mucho más adecuada que la
castellana para dar cuenta de un aspecto crucial de todo paisaje.
Se
trata de cómo el cielo recorta la silueta del suelo. La línea de cielo es la
que otorga un tono general a la estructura de un paisaje. Si es una horizontal
extendida se trata de una extensión considerable, y con esto, una resonancia de
mar o de pampa. Si se eriza en agudos picos rocosos, entonces el paisaje se cierra
próximo y se confina al abrigo de la eminencia que puede resultar tutelar o
abrumadora. Si adopta los ritmos sabios de tejados y cúpulas puede volverse
especialmente memorable, como paisaje urbano.
Según
se comporte la línea del cielo, se configurará la tierra que habitamos.
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