"Sólo por la filosofía puede experimentar la inteligencia cómo sus pasiones llegan a conceptos". Peter Sloterdijk, 1998
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- La Teoría del Habitar y la sombra del antropocentrismo
- Publicaciones del autor
Y si soñamos fue con realidades
Albert Anker (1831- 1910) El
sastre del pueblo (1894)
Podemos
vernos en este espejo. El traje que efectivamente está cosiendo el esforzado
sastre antes fue una idea proyectada —o soñada—. Pero mientras lleva a cabo su
labor, taciturno, no deja de soñar vanas ensoñaciones que anhelan el aire
oscuro para desvanecerse.
Habitar el aire. IV. La evanescencia de las ilusiones vanas
Se ha
dicho antes que tenemos derecho a un
lugar soñado en donde valga la pena el despertar.
Un
lugar soñado no es sólo lo que urde nuestra imaginación vagarosa, también lo es
aquello que proyectamos, que lanzamos adelante… y que nos aplicamos a
construir. Después de todo, si se repara bien en la cuestión, siempre habrá en
un presente algo que hemos elaborado antes, a título de tentativa, de
hipótesis, de conjetura.
Un
lugar en donde valga la pena el despertar es aquel que hemos conquistado con
felicidad y constituye una riqueza esencial porque no se desvanece con la
vigilia.
Porque,
como habitamos el aire, todo aquello
que soñamos y que resulta vano —por no persistir en el despertar— se diluye,
evanescente, ligero y tenue, para dar sustancia y origen a otros sueños.
Cuestiones de apertura (71)
¿Cómo
será posible potenciar el cabal significado de todos y cada uno de los lugares
que habitamos?
Primero, las personas
Robert Schiff (1869- 1935) Salida
de la Ópera de Viena (1900)
Puede
uno admirar la magnificencia de la obra tectónica, el airoso gesto del diseño o
dedicar mucha atención a las condiciones de las personas en el lugar. De los
compromisos principales del oficio del arquitecto, aquí preferimos la tercera
opción.
Compromisos del oficio del arquitecto
Hay
quien compromete su oficio de arquitecto con el desafío de materializar una
magnífica obra en el seno de todo el conjunto de cosas útiles que nos rodean en
la vida. Edificar tiene, en consecuencia, un sentido tanto realizador como
moral. Un cierto temple del espíritu es tanto una causa eficiente como
material: construir es siempre una proeza. No obstante, construir no es un fin
en sí mismo.
Hay
otros que actúan movidos por el designio de la síntesis de la forma. Operadores
de alto talento intelectual, su consigna es transmutar la sustancia de la idea
en formas. Es encomiable la capacidad creadora, las mañas del homo faber, que,
con mañas de soñador inspirado, logra condensar superiormente la materia del
deseo. No obstante, proyectar —o más propiamente, diseñar — no es un fin en sí mismo.
Hay
otros que buscan servir al mejor habitar de las personas. Indagan en las
conductas, en los deseos, en las demandas, en las críticas y se aplican con
ahínco en buscar alternativas a los modos de vida actual en todos aquellos
aspectos en que este habitar se revele insatisfactorio. Servir al habitar
humano puede ser un fin en sí mismo.
Sensaciones de confort en la piel
José Malhoa (1855- 1933) Praia das Maçãs (1918)
No es
posible juzgar el confort si no es con las sensaciones palpitantes en la propia
piel. Y juzgar lo confortable es un juicio de valor insustituible en
arquitectura.
Pieles
Por
lo general, para dar con la fisonomía general de un edificio, nos contentamos
con apreciar sus masas y sombras según se perciben desde el exterior.
Pero
el conocimiento íntimo y propiamente arquitectónico de un lugar sólo se
consigue con el recorrido del lado de
adentro. De este lado del edificio, lo que cuenta, en principio, es el roce
de la superficie interior de la arquitectura con la piel que toma debida nota
de texturas, contornos y calores específicos y superficiales. Así, se ponen en
contacto directo la piel sensible de la arquitectura y una superficie sensitiva
mayor del cuerpo. Allí donde la piel agradece el confort, la arquitectura
cumple con su cometido principal.
La
interacción de estas pieles promueve una profunda erótica que no debe faltar en
una completa Teoría del Habitar.
¿Hasta cuándo?
Eugène Galien- Laloue (1854- 1941) La Place du Châtelet (1941)
¿Hasta
cuándo seguiremos los arquitectos fascinados por las cosas construidas y
prestaremos atención a los modos en que las personas habitan la arquitectura?
¿Por qué la preocupación por el habitar es aún tan incipiente?
Cada
vez que me formulo esta pregunta, menos puedo entender las causas de este
llamativo retraso histórico.
Pintor de la atmósfera
René Magritte (1896- 1967) El
castillo de los Pirineos (1959)
Max
Ernst mencionaba, de modo tan críptico como poético (hay veces que estos
adjetivos son intercambiables), “Hace un
tiempo de Magritte”
Habitar el aire. III. Lo diáfano
Es preciso subrayar que,
efectivamente, en el terreno de la imaginación, el epíteto más cercano al
sustantivo aire, es el epíteto libre? El
aire natural es el aire libre.
Gaston
Bachelard, 1943
El
aire es el elemento mítico sutil.
Lo
diáfano se resiste apenas a las revelaciones de la luz. Y no obstante, resiste
trémulo y necesario al pasaje de la música y la palabra. Al respirarlo, permite
que se nos inspire, que se conmueva algo interior.
Habitamos
el aire en modos tenues, límpidos, estremecidos, acompasados.
Cuestiones de apertura (70)
¿Cuáles
son las condiciones para que una obra arquitectónica se transforme en un
emblema de su paraje o ciudad?
Un gourmand chapado a la antigua
Henri Brispot (1846- 1928) Un
gourmand (1928)
Un
burgués glotón que apenas levanta la vista del plato. El moderno comensal de un
exclusivo establecimiento apenas respira tranquilo si comprueba de soslayo que
en su derredor asisten sólo sus iguales, la-gente-como-uno.
Exclusivo, excluyente
En la
retórica publicitaria, cuando nos ofrecen un bien o servicio bajo el título de
‘exclusivo’, en realidad nos están requiriendo un precio de exclusión.
En
efecto, la promesa de un restaurante exclusivo no radica tanto en la exquisitez
de su oferta, como en el establecimiento de una tabla de precios que cerrará la
puerta a todos quienes no quieran o puedan pagar esta exclusividad. Lo
exclusivo de un establecimiento no es tanto función de lo que ofrece, sino cómo
restringe su convocatoria.
Lo
mismo sucede con los lugares en que residimos: todos terminamos pagando un precio de exclusión que nos asegura un
vecindario cada vez más homogéneo y segregado espacialmente según la implacable
ley del precio del suelo urbano. Así les va a nuestras ciudades y así nos va a
nosotros mismos.
Un lugar soñado en donde valga la pena el despertar
Anders Zorn (1860- 1920) Despertar
(1920)
A
esto es que tenemos derecho. A un lugar
soñado en donde valga la pena el despertar.
En sustitución de un concepto caduco
La vivienda de interés social
es aquella que dentro de las normas esenciales de habitabilidad se construya a
coste mínimo, con el propósito de ponerla a disposición de las familias de
escasos ingresos y dentro de su alcance.
Bajo
la definición anterior se ha edificado toda una concepción política que ha
llegado a su fecha de caducidad histórica. Las denominadas políticas de
vivienda no dan respuesta adecuada a las demandas sociales.
En
primer lugar, la demanda no se circunscribe a viviendas, sino es una demanda
social de lugares para habitar, en el sentido amplio, urbano y territorial de
la locución.
En
segundo lugar, no puede considerarse como la provisión de un simple satisfactor
abaratado, sino de locaciones adecuadas sí, pero también dignas y decorosas.
En
tercer lugar, es parcial, falaz y estigmatizador dirigir una política
focalizada para el alojamiento de los pobres, sino asegurar a toda la sociedad
de lugares para habitar adecuados, dignos y decorosos.
Por
ello, debe reemplazarse la locución vivienda de interés social por:
Lugares para habitar adecuados, dignos y decorosos
para todos los habitantes
Otros límites
Pablo Basch
Plano de Buenos Aires (1895)
Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar,
Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos,
Hay un espejo que me ha visto por última vez,
Hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo.
Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos)
Hay alguno que ya nunca abriré.
Este verano cumpliré cincuenta años;
La muerte me desgasta, incesante.
Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos,
Hay un espejo que me ha visto por última vez,
Hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo.
Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos)
Hay alguno que ya nunca abriré.
Este verano cumpliré cincuenta años;
La muerte me desgasta, incesante.
Jorge
Luis Borges, Límites, 1961
Tristezas
Hay
una cultura —que en gran parte es la nuestra— que confina el refinamiento
estético como una rareza.
Las
bellezas del arte se sustraen del escrutinio público y pueblan las salas
silenciosas de los museos. Los versos más inspirados yacen mudos en los más
polvorientos anaqueles. Las más exquisitas músicas son un vago recuerdo de
taciturnos melómanos.
Una
civilización verdaderamente rica y sana difundiría lo estético en la totalidad
de la vida social. La belleza dejaría de constituir una rareza, para propagarse
ubicua por cada uno de los rincones habitados.
Conducta de los portones
Ernestine von Kirchsberg (1857- 1924) Viejo portal del castillo (s/f)
…
Hay
en el Sur más de un portón gastado
con
sus jarrones de mampostería
y
tunas, que a mi paso está vedado
como
si fuera una litografía.
…
Jorge
Luis Borges, Límites.1964
Límites
El límite es el verdadero
protagonista del espacio, como el presente, otro límite, es el verdadero
protagonista del tiempo.
Eduardo
Chillida, 2004
Es
que allí donde se señala una discontinuidad, una articulación es que
distinguimos. Conocer es advertir una diferencia.
Así,
reconocemos una región en el cierre de sus bordes. Así, registramos el
itinerario en la ocurrencia de cruces e hitos. Así, vemos sucederse los lugares
cuando irrumpen en nuestra marcha los umbrales.
Es
por obra de los límites que conocemos el fluir de espacios y tiempos
Pensamiento disciplinado
Giovanni Panini (1692- 1765) Interior
del Panteón (s/f)
No se
trata del pensamiento particular de los arquitectos, sino de la autoimposición de
una cierta disciplina.
Sobre el pensamiento arquitectónico (III)
No
debe confundirse el pensamiento arquitectónico con el pensamiento de los
arquitectos.
El
pensamiento arquitectónico es fruto de la imposición de una disciplina,
mientras que los arquitectos, por fortuna, son libres de pensar cada uno como
le plazca. A efectos de que la imposición de una disciplina no constituya una
constricción indebida, se debe adoptar conscientemente y, de buena gana,
hacerla propia.
Cualquiera
puede pensar arquitectónicamente, si acepta de buen grado hacerlo.
De qué trata la arquitectura
Marcin Zaleski (1796- 1877) Catedral
de San Juan (1836)
Es
algo más que un conjunto de piedras sabiamente iluminadas: es una estructura de
fines.
Sobre el pensamiento arquitectónico (II)
El
pensamiento arquitectónico no se restringe a aunar la crítica con la
proposición de alternativas.
Un
segundo punto especificador es que se trata de un pensamiento jerarquizador de
fines. A un fin principal deben supeditarse fines reputados secundarios.
De
esta manera, agregados complejos y problemáticos se transforman en estructuras
orientadas finalistamente, que se proyectan al futuro y se diseñan
efectivamente, en forma y contenido.
Crítica y alternativas
Albert Edenfelt (1854- 1905) Casa
de trabajo de los niños (1885)
Un
pensamiento arquitectónico se precia de ser crítico y propositivo de
alternativas. No basta espantarse con el trabajo infantil; es necesario
elaborar políticas sociales que los devuelvan a los juegos y el aprendizaje y
atacar las condiciones socioeconómicas que determinan esa penosa situación.
Sobre el pensamiento arquitectónico (I)
Si
postulamos la existencia de un pensamiento arquitectónico es porque existe —o
es deseable que exista— un pensar caracterizado en una cierta forma distintiva
e identificadora.
El
primer elemento distintivo característico es que, enfrentado a lo real,
reacciona con un afilado examen crítico a la vez que propone alternativas a los
actuales estados de cosas.
No se
trata ni de negar lo real, ni de ejercer puramente el espíritu crítico, es
cuestionar y conjeturar futuros estados preferibles de cosas.
En la profundidad de la alcoba
Poul Friis Nybo (1869- 1929) Dormitorio de dama (1929)
Podemos
apreciar con relativa facilidad cómo se
ve y cómo se oye la escena. Los
datos de los sentidos se complementan sinestésicamente. ¿Pero, qué fragancias
pueden apreciarse? ¿Será acaso el misterioso perfume poblado de feromonas
maravillosas?
Habitar el aire. II. La dimensión osmotópica de las atmósferas
Con
el dominio casi absoluto de la vista y del oído, los otros sentidos se resignan
a un segundo plano de consideración.
Esto
parece peculiarmente claro en el caso del olfato. Se lo trata como un sentido
primitivo, animal, instintivo que sólo aparece emerger con el espanto radical
por el mefitismo. De los lugares parece esperarse que no huelan particularmente
a nada.
Sin
embargo, lo hacen. Nuestra acuidad apenas reconoce un tono, un fondo
perceptivo: las escuelas, los hospitales tienen un aroma particular y
distintivo. Por su parte, los comerciantes de ropa femenina rocían
discretamente sus ambientes como estímulo a la adhesión poco consciente y el
incremento consecuente de las ventas. Proliferan las ofertas de la industria de
los productos para la limpieza y aún los dispositivos para perfumar los
ambientes. Las amas de casa, se piensa, quieren que su residencia huela a limpio,
como prueba patente de la limpieza imperante.
Pero
si cavamos en nuestra memoria, ha habido lugares que han portado su propia
fragancia: las maderas, los cueros, las tapicerías, aún el polvo no removido.
Habría
que prestar mayor atención a la dimensión osmotópica1 de las
atmósferas habitadas.
1Del
griego osmos, olor
Cuestiones de apertura (68)
¿Cómo organizar un asedio sistemático a la
habitación de los lugares de trabajo?
Tratado para tí
Sebastian Le Clerc (s/d) Vitruvio
presenta De Architectura a Augusto (1684)
Hay
quien confunde el tratado de Vitruvio con un más que discutible manual de
construcción. No se tiene en cuenta a quién está dirigido el texto. Vitruvio no
escribe para estudiantes, ni para constructores, ni para un público. Escribe
para Augusto, el Comitente por excelencia. Este comitente debe ser instruido
acerca de la arquitectura, que es lo que le compete y no de construcción.
Mitos del origen de la arquitectura
Las
arquitecturas tienen un origen histórico que acaso nunca logremos develar,
pero, según se elaboren los relatos (mythos)
de origen, así podrá edificarse consecuentemente una teoría constitutiva.
Para
Vitruvio, todo comienza con el dominio del fuego y del habla: la choza primitiva es el germen de la
arquitectura puesta al servicio de la vida de los hombres.
Para
Peter Sloterdijk, en el comienzo todos son relojes
u observatorios astronómicos que miden el tiempo y aconsejan sobre las
labores agrícolas.
El imperativo categórico de la
ontología agraria: ¡interésate por la cosecha! sólo puede seguirse mientras
exista una tensión razonable entre previsión y cumplimiento.
Según eso, la casa de los
primeros campesinos sería un reloj habitado
(Sloterdjk,
2004)
Por
mi parte, observo los crómlech o círculos de piedra de la prehistoria y observo
que hay un gesto originario, simple y formal, pero indispensable a cualquier
empresa arquitectónica. Se trata de articular
el lugar, separar y conectar a la vez el territorio sagrado o de los muertos
del correspondiente a los vivos o profanos.
El
mérito de los mitos de origen radica en la fertilidad con que se desencadena un
desarrollo consecuente. Conviene reparar con atención hacia dónde conducen.
Enfilade
Andrei Zeest (s/d) Enfilada en el
interior del Palacio de Alejandro (1917)
Un collar de espacios.
Una muy buena manera de explicar qué es una enfilade,
organización arquitectónica que ha cedido lugar a la organización de salas y
pasillos.
Plumas ajenas: Santiago de Molina
La enfilade nace como una sucesión abismal de
habitaciones cuyas puertas permanecen alineadas. El sistema de comunicación de
la enfilade triunfa durante el barroco y tiene origen como término en el mundo
militar. La enfilade es la organización de un collar de espacios y pasos que
homenajea a la perspectiva y al punto de vista: es decir, construye un infinito
de interiores. Depende de lo que se coloque al fondo – sea una ventana, un
cuadro o un dormitorio – que el efecto dramático cambie el carácter completo a
una obra. Los ingredientes fundamentales de esta forma de comunicación son, por
tanto, un ojo, una infinitud de puertas y claroscuros y un final prometido
aunque puede que inaccesible.
Santiago
de Molina, 2016
Tres años
Albrecht Dürer. Rinoceronte (1515)
Onironautas
Dirck van Delen (1604- 1671) Capricho
arquitectónico (1633)
La operación
arquitectónica por excelencia es la navegación de los vastos territorios del
sueño lúcido.
La operación arquitectónica
El
poeta uruguayo Juan Cunha afirmó una vez y para siempre que
Y si soñamos fue con realidades
Lejos
de la ensoñación puramente ilusoria y fantasmática, el habitar necesita soñarse antes de proyectarlo
hacia el futuro. No alcanzará nunca el estatuto de real hasta que no logre
imaginarse. Lo que hoy podemos producir está a la vuelta de la realidad porque antes ha sido una consolidación íntegra
de la materia de los sueños
Por supuesto
que no basta con soñar, hay que derivar de la imaginación al proyecto y de allí
a otra realidad que tiene que sernos posible.
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