Si
postulamos la existencia de un pensamiento arquitectónico es porque existe —o
es deseable que exista— un pensar caracterizado en una cierta forma distintiva
e identificadora.
El
primer elemento distintivo característico es que, enfrentado a lo real,
reacciona con un afilado examen crítico a la vez que propone alternativas a los
actuales estados de cosas.
No se
trata ni de negar lo real, ni de ejercer puramente el espíritu crítico, es
cuestionar y conjeturar futuros estados preferibles de cosas.
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