No
debe confundirse el pensamiento arquitectónico con el pensamiento de los
arquitectos.
El
pensamiento arquitectónico es fruto de la imposición de una disciplina,
mientras que los arquitectos, por fortuna, son libres de pensar cada uno como
le plazca. A efectos de que la imposición de una disciplina no constituya una
constricción indebida, se debe adoptar conscientemente y, de buena gana,
hacerla propia.
Cualquiera
puede pensar arquitectónicamente, si acepta de buen grado hacerlo.
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