Mitos del origen de la arquitectura

Las arquitecturas tienen un origen histórico que acaso nunca logremos develar, pero, según se elaboren los relatos (mythos) de origen, así podrá edificarse consecuentemente una teoría constitutiva.
Para Vitruvio, todo comienza con el dominio del fuego y del habla: la choza primitiva es el germen de la arquitectura puesta al servicio de la vida de los hombres.
Para Peter Sloterdijk, en el comienzo todos son relojes u observatorios astronómicos que miden el tiempo y aconsejan sobre las labores agrícolas.
El imperativo categórico de la ontología agraria: ¡interésate por la cosecha! sólo puede seguirse mientras exista una tensión razonable entre previsión y cumplimiento.
Según eso, la casa de los primeros campesinos sería un reloj habitado
(Sloterdjk, 2004)
Por mi parte, observo los crómlech o círculos de piedra de la prehistoria y observo que hay un gesto originario, simple y formal, pero indispensable a cualquier empresa arquitectónica. Se trata de articular el lugar, separar y conectar a la vez el territorio sagrado o de los muertos del correspondiente a los vivos o profanos.

El mérito de los mitos de origen radica en la fertilidad con que se desencadena un desarrollo consecuente. Conviene reparar con atención hacia dónde conducen.

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