Siempre
nos encontramos circundados por un horizonte. Pero no habitamos, necesariamente, confinados
por éste.
La
distinción es necesaria porque el hecho es que la habitación plena del
horizonte supone no sólo encontrarse en el lugar, sino desbordarse más allá del
horizonte en dos direcciones opuestas. Atrás nuestro y más allá del horizonte
yace lo tanathotópico, esto es, lo que pertenece a lo ya vivido, a los muertos
de los que nos acecha siempre la memoria y el olvido. Pero adelante nuestro y
también más allá del horizonte está listo para emerger todo aquello que se nos
revelará, las cosas que saldrán de su ocultamiento, todo esto que conoceremos
en forma inminente.
Habitamos
también con lo que adviene.
1
De aletheia,
revelación en griego
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