Gran
parte de las solicitaciones de confort pretenden ser satisfechas con ingeniosos
dispositivos que responden, por lo general, a las órdenes de un mando a
distancia.
Estas
presuntas soluciones banalizan el sentido del confort que le exigimos
legítimamente a nuestros lugares habitados. La construcción y el diseño
arquitectónico producen desatinos ambientales que son corregidos con
dispositivos acondicionadores que consiguen un relativo bienestar a costa de
ingentes gastos energéticos.
Algún
día nos veremos obligados a operar con más sensatez y recuperar el sentido
arquitectónico pleno del confort.
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