L'architecture est le jeu
savant, correct et magnifique des volumes assemblés sous la lumière.
Le
Corbusier
En
principio, y por venir de quien viene, nada cabe objetar a esta definición de
tono laudatorio de este noble arte. Sin embargo, es preciso adoptar ciertas
precauciones. En efecto, a pesar de su generalidad, también contiene una
constricción imprudente.
El
resultado de un juego de volúmenes es apenas una cosa. Y si el juego resulta sabio, correcto y magnífico…pues se
trata de una cosa magnífica. Esto
permite señalar dos aspectos singularmente interesantes para caracterizar la
arquitectura:
El
primero, es que una obra arquitectónica, no es una simple cosa, sino que
constituye un lugar. Constituir un
lugar implica crear y recrear una relación entre un habitante y una cosa
construida. El ‘juego de los volúmenes’ sólo adquiere sentido arquitectónico
con la presencia habitante.
El
segundo aspecto es que, además de constreñir las arquitecturas a la categoría
de las cosas, restringe más aún el asunto al señalar en forma preceptiva el
carácter magnífico. Esto proviene de dos falacias superpuestas y
contradictorias: una que equipara la arquitectura del edificio con el objeto
construido y otra la que discrimina entre la Arquitectura y la ‘mera’
construcción. Esto reduce a la arquitectura a sus ocurrencias excelentes y deja
afuera a todas las arquitecturas corrientes en donde, por lo general, vive y se
desenvuelve el común de la gente.
Los
arquitectos debemos examinar con cuidado especial aquello que denotan y
connotan nuestras consignas de acción.
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