Eugène Louis Boudin
(1824- 1898) En la playa al atardecer
(1865)
Conocer,
en cierto sentido es advertir una diferencia.
Debe
ser por esto que nos fascina particularmente habitar los bordes, esos lugares
en donde, situados de un Lado, podemos participar de las condiciones del Otro
Lado. Así lo Otro irrumpe ante nuestra estancia, algo temeraria, quizá, en el
borde mismo, en el límite de nuestra región.
Allá
por fines del siglo XIX los ingleses enseñaron a los rioplatenses a caminar con
placer al borde de la costa. Luego, astutamente, promovieron estaciones
balnearias inglesas a las que se accedía módicamente mediante tranvías también
ingleses. Ahora ya no vienen tanto por aquí, pero lo cierto es que ahora los
nativos adoramos la playa.
La
economía de mi país tiene ahora, en vez de una excentricidad europea, un
renglón fundamental para equilibrar su balanza de pagos. Exportamos puestas de
sol sobre el estuario.
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