Un lugar bajo el sol para los exiliados del Jardín

Jean Gautherin (1840- 1890) El paraíso perdido (1878f)

Canta celeste Musa la primera desobediencia del hombre. Y el fruto de aquel árbol prohibido cuyo funesto manjar trajo la muerte al mundo y todos nuestros males con la pérdida del Edén, hasta que un Hombre, más grande, reconquistó para nosotros la mansión bienaventurada
John Milton
Hay ciertas hipótesis que muestran su especial fertilidad, no tanto en la veracidad en su formulación inicial, sino en lo que aparece como consecuente.
Nos explicaremos. A la hipótesis que parte de considerar a cada comitente arquitectónico como un demandante de algo que le hace falta, podemos pensar que podríamos operar restituyendo algo que este sujeto poseía antes, pero que ciertas ominosas circunstancias, se le ha privado. En otras palabras, en vez de trabajar con necesitados de cosa nueva, operar con privados de sus esenciales bienes antaño poseídos. La evidencia empírica parece inclinarse por la primera de las hipótesis, dejando para ciertos creyentes la fe en la segunda.

Bajo la primera de las hipótesis han trabajado y trabajan innumerables arquitectos con suerte diversa. Puede sospecharse, sin embargo, que el uso de la segunda hipótesis resulte más fructífero en un cierto sentido. El sentido es que en la hipótesis al uso, el arquitecto interroga a su propio genio. Ahora se trata  de interrogar a fondo al Otro: preguntarle cómo era Ese Lugar Añorado y que reside en el fondo de tu memoria.

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