Henri de
Tolouse-Lautrec (1864- 1901) Salón de la
Rue des Moulins (1894)
Cuando
le roban el tiempo a un sujeto, entonces éste se resigna a esperar.
El
aburrimiento es el precio que paga el expropiado. Se aburre el paciente
esperando la consulta con su médico. Se aburre el ciudadano esperando la
atención de los oficinistas. Se aburre la prostituta esperando su cliente.
La
espera se está volviendo una condición crónica de nuestra vida cotidiana. A no
ser que nos rebelemos contra el poder que nos roba nuestro tiempo.
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