A lo que damos la espalda

Hermann Lungwitz (1813- 1891) Cementerio junto una ruina gótica (s/f)

La isla humana es un lugar visitado y afectado por vida ya muerta. Donde sus habitantes se juntan, se hacen perceptibles signos sutiles y obstinados de los ausentes.
Sloterdijk, 2004:337

Asimilar la vida a la marcha es un tópico frecuentado, tanto como el dar la espalda es expresión para la desatención o el abandono.
Sin embargo, a lo que damos la espalda en nuestra marcha es tanto lo que depositamos en el olvido, así como lo que guardamos en el recuerdo. A nuestras espaldas queda también nuestra propia vida ya vivida.
Hemos puesto distancia de nuestros muertos, es verdad, pero no es menos verdad que habitamos esa distancia prestándole nuestra espalda. Y ahí se quedan, siempre atrás, pero no siempre ausentes.
Hemos puesto distancia también de nuestro pasado, es verdad, pero no es menos verdad que habitamos  igualmente esa distancia. Allí hacia donde presentamos la espalda, yace lo vivido como historia.

Nuestro aquí-y-ahora tiene una dimensión tanathotópica que no es dable ignorar. Nos acecha la espalda.

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