Charles
Chaplin en Tiempos Modernos (1936)
La
Teoría del habitar, a la vez que es una enunciación propositiva de nuevos
conceptos, principios y reglas del arte, constituye una oposición a un conjunto
de tópicos presentes en el pensamiento arquitectónico aún dominante.
Así
es que, mientras que es una consecución de la milenaria preocupación por la
utilidad y la finalidad —lo que supone una deuda con los funcionalismos clásico
y moderno— también existe un decidido rechazo a las limitaciones propias del
funcionalismo mecanicista. Esto significa que la Teoría del Habitar observa el
estatuto del habitante como el de un actor protagónico, pleno de humanidad,
dignidad y decoro, allí donde el funcionalismo mecanicista apenas si considera
una relación usuario/máquina no solo aplicada a los ingenios cotidianos, sino
que llega a considerar la casa como una máquina de habitar.
Por
aquí se empieza.
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