Yo construí la casa.
La hice primero de aire.
Luego subí en el aire la
bandera
y la dejé colgada
del firmamento, de la estrella,
de
la claridad y de la oscuridad.
…
Pablo
Neruda, La Sebastiana,
La hice primero de aire,
dice el poeta y lo dice con razón clarividente: las casas son lugares
respirables, tenues, henchidos de deseo.
Como
lugares respirables no sólo alcanzan a volver la vida meramente posible,
constituyen el medio que vuelve posible la cadencia de la voz del poeta. Las
poesías concurren a la vibración virtuosa de la atmósfera.
Invocar
el aire es convocar el hálito que inspira, es alcanzar la ingravidez de la
ensoñación, es elevarse para reinventar voluptuosamente el mundo.
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