Desde
que conseguimos erguirnos sobre nuestros pies y avanzar, no dejamos de marchar.
Vivimos en marcha.
Generalmente
se asocia el habitar con las imágenes del sedentarismo, esto es, en los
instantes de parada entre marcha y marcha. Pero, de un modo fundamental,
también habitamos marchando. Supone ejercer la dimensión primera de nuestro
habitar. A la pura condición animal de semoviente, los mortales le confieren
significados de progreso, de desarrollo, de consecución de metas siempre
intermedias, hasta la extenuación de la muerte.
Hay
todas unas actividades ordenadas según la dimensión de la marcha —marchar, detenerse, avanzar,
retroceder, entrar, salir…— que deben ser estudiadas en sus connotaciones
existenciales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario