El
activismo social ha recorrido un largo camino desde que se ha lanzado a la
calle a reclamar, a justo título, vivienda digna y popular.
Ciertamente,
hay mucho todavía por hacer, aún si nos circunscribimos, de modo muy estricto a
la reivindicación de la vivienda. Sin embargo, los sectores más lúcidos han
descubierto, por una parte, que una residencia es algo más que un satisfactor
específico de una demanda igualmente específica y por otra, que es la ciudad un
territorio igualmente reivindicable a título más que legítimo.
Pero
lo que no ha hecho carne claramente en la conciencia social, es que existe una
reivindicación más amplia y profunda, que comprende al propio hábitat adecuado, digno y decoroso para
todos.
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