En nuestro siglo, el núcleo del
saber humano ha explosionado, disgregándose en mil pedazos. También la
arquitectura ha experimentado esa fragmentación y hoy vive con una mezcla de
estupor y resignación la imposibilidad de un “tratado” que recomponga, de un
modo armonioso, los fragmentos de ese saber disperso.
(Martí
Arís, 1993)
Sobre
la posibilidad de elaborar un tratado de teoría del habitar
Por
cierto, el saber arquitectónico constituye un saber disperso.
Algo
distinto sucede con la Teoría del Habitar: lo poco que se sabe aparece
concentrado en optimistas expresiones de deseo. Desde este punto de vista, la
pretensión de elaborar un tratado de la cuestión puede parecer algo prematura.
Sin
embargo, también es cierto que existe un
preciso momento en que el saber se coagula —por decirlo así— en una forma tal
que volvería pertinente la pretensión de redactar un tratado, para prevenirse
de la inevitable dispersión que sucederá a la maduración de la cuestión.
El
momento histórico puede ser el
actual.
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