Las cosas de vivir

Boris Kustodiev (1878- 1927) Vasily Mathé (1902)

guardaré mansamente las cosas de vivir…
Horacio Ferrer
A veces les parecería que podría transcurrir armoniosamente una vida entera entre aquellos muros cubiertos de libros, entre aquellos objetos tan perfectamente domesticados que habrían acabado por creerlos hechos desde siempre para que los usaran ellos únicamente, entre aquellas cosas bellas y sencillas, suaves, luminosas.
Georges Perec, 1965

¿Cómo disponer las cosas de vivir en un modo no pura y burguesamente acumulativo?
Perec quiere cosas bellas y sencillas, suaves, luminosas. Ahí está la clave.
Las cosas de vivir no constituyen una colección, ni una serie; las cosas de vivir son miembros activos de una estructura. Tienen significado antes que valor: por eso son, a la vez y recíprocamente bellas y sencillas. Esto quiere decir bellas-cuanto-sencillas y sencillas-cuanto-bellas. Las cosas de vivir no lucen en naturalezas muertas, sino en el escenario de la vida. De allí que sean suaves con la piel y luminosas por sí mismas.
La población de los lugares por las cosas de vivir sigue una lógica inherente al pulso de quienes viven allí y que con cosas así es que son dueños de su situación y circunstancias. Hay que conseguir que vayan a dar a ese lugar las cosas que allí están precisamente destinadas.

La estética en las cosas de vivir que no anda muy lejos de una ética correspondiente.

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