Urbanita visitante: la contemplación prístina

Calles Londres y París en Santiago de Chile

En ocasiones hay ciudades que nos inauguran las miradas.
Nos damos tales oportunidades cuando investimos la condición de urbanita visitante. Por lo general se puede tener como tales a los turistas, pero esta condición es la que adoptamos también ante los lugares de nuestra propia ciudad a los que llegamos una primera vez.
Es conveniente repasar cómo hemos visto una ciudad así, esto es, cómo hemos estrenado una mirada sobre un paisaje que demanda a nuestra percepción dos componentes esenciales: estructura y orientación.
Es muy posible que prestemos peculiar atención a todo aquello que pueda resultar revelador en un mapa mental: hitos o mojones, recorridos, bordes, cruces. Quizá uno de los placeres del visitante sea esbozar los primeros trazos de un mapa mental. No se trata sólo de conocer y reconocer el espacio, sino también el tiempo; nos orientamos toda vez que podemos volver sobre nuestros pasos, cuando recobramos una vista, un borde o un hito.

El desafío a la contemplación prístina es el principal beneficio del urbanita visitante

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