ntonin Hölperl
(1820-1888) Vendedor eslovaco de vidrio
(1888)
Nunca se sabe qué encontrará
uno tras una puerta. Quizá en eso consiste la vida: en girar pomos.
Albert
Espinosa
A
efectos de situarse ante una puerta,
lo más deseable, en todo caso y si uno se toma estas cosas en serio y
concienzudamente, es inspirar con serenidad. En efecto, abrir una puerta, con
la expectativa que suscita, nos debe encontrar preparados y con el ánimo
templado. Cruzar de un ámbito a otro es una actividad delicada. Con esto, la
problemática cuestión de asir y operar el picaporte tiene siempre algo de
irremediable.
Abierta
la hoja, es preciso detenerse muy brevemente en el umbral. Acontece, nada más
ni nada menos que irrumpimos en otro lugar y la operación demanda una cierta
trémula emoción. Solo los espíritus muy endurecidos por lo basto de la vida
corriente no advierten el estremecimiento que promueve presentarse en el
umbral. ¿Será bienvenida nuestra figura? ¿Ante quién apareceremos? Lo más
aconsejable es detenerse, casi imperceptiblemente, y evaluar muy rápida y
prudentemente la situación. Hay que dominar el sutil arte de aparecer en la puerta.
Tras
el pasaje por el umbral, todo es inaugurar. La vida, luego de una breve e
inquietante instancia, recomienza y promete lo suyo. No conviene de ningún modo
olvidar o soslayar desde dónde es que venimos. Tampoco es de persona prudente
equivocarse sobre la condición del lugar al que accedemos.
La
vida del mundo se remueve quedamente atravesando las puertas
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