La domesticidad es una invención, es decir, una
construcción cultural; un concepto abstracto que hace referencia a la forma de
concebir el hogar y el espacio circunscrito a él de manera que la ocupación
física, psicológica y simbólica de la vivienda adquiere unos rasgos
determinados, llegando a generar un estilo y una forma determinada de vida; en
este sentido, presupone la intencionalidad y la voluntad de crear en el interior
de los hogares un clima considerado ideal por los propios moradores; un marco para
la convivencia y cohabitación que, al basarse en ciertas reglas que facilitan
la satisfacción de las necesidades fisiológicas y emocionales, puede asegurar
el orden y la estabilidad internas, siendo percibido por sus residentes como
radicalmente distinto al espacio exterior, en tanto que desordenado e
inestable. Algunos autores como Edward Shorter hacen una interpretación más
restrictiva de la domesticidad; para el historiador de la familia inglés la
domesticidad está ligada a la familia moderna, la familia nuclear, y es
definida como «la conciencia que tiene la familia de sí misma como una preciosa
unidad emocional que debe ser protegida de los extraños con privacidad y
aislamiento
Franco
Rubio, 2012
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