Carlos Menck
Freire (1928- ) Vista de Montevideo en
1810
Montevideo,
como tantas otras ciudades resulta, en lo fundamental, de un proyecto. No resulta, sin embargo de un diseño arquitectónico-urbanístico. La
distinción entre proyecto y diseño es importante aquí en vistas a la realidad
histórica urbana.
Hay
un proyecto cuando existen unas claras, pero incompletas configuraciones
lanzadas a un futuro, en los términos en que este puede entreverse. La forma
resultante no está claramente determinada más que en ciertos rasgos que sólo
delinean un esbozo provisorio y revisable de lo que será.
En
cambio, hay un diseño cuando las configuraciones son precisas, exhaustivas,
completas. La forma resultante está muy clara y especificadamente determinada
de una vez y acaso para siempre. Una forma urbana diseñada no se corrige, se
demuele y se la sustituye. Hemos tenido Ciudadela muy precisamente diseñada. En
la supresión y el olvido republicano independentista se funda la actual Plaza
Independencia.
Por
fortuna, Montevideo es una ciudad meramente proyectada y sólo le alcanza, en
las mejores ocasiones, muy puntuales y modestas instancias de diseño urbano.
Nada irreparable, por suerte.
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