Franz Alt
(1821- 1914) Salón Biedermeier (19149
El
salón burgués opera como una fachada interior.
Parte
de lo que el edificio muestra hacia el espacio público se le replica en el
pliegue del salón. Orden, pulcritud, acumulación de bienes, tales los signos
principales del equipamiento y el atrezo.
Proveniente
su patrón arquitectónico del salón aristocrático, este salón conserva su
carácter de lugar social por excelencia. Ser, estar, representar, son los
contenidos de la semiótica arquitectónica del lugar.
Las
variantes se deben, en lo fundamental, a una cierta racionalización de los usos
del espacio y el tiempo, en donde la extensa y formal articulación de los
palacios aristocráticos cede a las constricciones de la lógica burguesa,
constreñida en una residencia más sumariamente arreglada. Pero hay detalles
significativos: mientras que un salón aristocrático se equipa con mobiliario
“noble” y “auténtico”, en el salón burgués domina aquello que ha emergido en el
mercado en términos de buena inversión,
duradera.
Es
digno de estudiarse el procedimiento que aunó las estrategias de comunicación
tanto en la arquitectura “dura” —el aspecto exterior, la fachada tectónica—,
así como en la arquitectura más laxa de los interiores.
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