Monasterio de
los Jerónimos, Lisboa
Una construcción solo puede ser
material. Una obra de arquitectura puede ser -o tiene que ser, quizá-, un
sueño, un espacio imaginado: un lugar, real o soñado en el que uno querría
estar para siempre, un lugar quizá inalcanzable pero que nos mantiene en vida
por la promesa que ofrece de una vida plena.
Pedro
Azara, 2016
Una
construcción es una cosa. Una arquitectura es una relación entablada entre un habitante y el lugar habitado.
Por
eso la sustancia de la arquitectura no puede confundirse con la materia de la
construcción. En principio, toda
arquitectura es un sueño. A consecuencia
tanto de lo anterior como de la construcción material y de la presencia viva
del habitante, la arquitectura deja de ser un mero ensueño para constituir una
realidad palpitante y respirable.
La
materia de que está hecha la arquitectura es la de la relación entre humanos habitantes y aquellos lugares que
habitan, nunca una pura cosa construida en sí misma. La arquitectura, en
sustancia, es un orden finalista de vínculos.
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