La vida cansada de un urbanita habituado

Diego Masi. Intervención plástica en la escultura del Entrevero, Montevideo, 1998

Levantar por cien veces, topográficamente, la ciudad desde sus pasajes y sus puertas, cementerios, burdeles, estaciones..., tal como antes se hizo desde sus iglesias y mercados. Las ocultas [...] figuras de la ciudad hechas de asesinatos, rebeliones, sangrientos nudos en la red de calles, y los nidos de amor, y los incendios...
Walter Benjamin

Un urbanita habituado se desplaza eficazmente por una ciudad que prolifera en aspectos invisibilizados por la frecuentación.
Los mapas mentales del ciudadano nativo proliferan en detalles minúsculos, que desdibujan la percepción clara y patente de la estructura fundamental. Así, ciertos rasgos ciudadanos dejan de percibirse con plena conciencia y el deambular se vuelve distraído de la excitante tensión que emociona al visitante que inaugura unas nuevas vivencias.
No hace mucho, un artista plástico recubrió ciertos monumentos con círculos reflectantes, con el fin de llamar la atención sobre el fenómeno de esta invisibilización. Muchos levantaron voces indignadas por la eventual profanación de tales monumentos, sin reparar que todos somos algo culpables de una sobrehabituación que vuelve imperceptibles significativos elementos de nuestra ciudad.

Los urbanitas habituados obramos con mapas fragmentados, completados aquí y allá por diversos ecos de historias de vida

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