Tiziano
Vecellio
(1490-1576) Concierto pastoral (1510)
Corrientes aguas, puras,
cristalinas,
árboles que os estáis mirando
en ellas,
verde prado, de fresca sombra
lleno,
aves que aquí sembráis vuestras
querellas,
hiedra que por los árboles
caminas,
torciendo el paso por su verde
seno:
yo me vi tan ajeno
del grave mal que siento,
que de puro contento
con vuestra soledad me
recreaba,
donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría
por donde no hallaba
sino memorias llenas de
alegría.
Garcilaso
de la Vega
Guardamos
una memoria nostálgica de un Cierto Lugar tan seguro como propio, tan
confortable como libre, tan distante como ¿evocado? o ¿imaginado? o ¿deseado?
Se
deja llamar Edén, Paraíso, Elíseo. Están tales lugares tan distantes como lejos
está la dicha. También nos separa el tiempo: no sabemos a ciencia cierta si lo
recordamos con vaguedad, lo imaginamos fantasmalmente o simplemente lo
conjeturamos en un lejano futuro. En todo caso, nuestro estatuto es el de
exiliados del lugar de los bienaventurados.
Toda empresa arquitectónica, urbanística o
paisajística es, en el fondo, una tentativa de acercamiento o recreación de un
locus amœnus perdido. Pero lo que hay que advertir es que, quizá, este lugar
esté libre precisamente de toda configuración arquitectónica y, menos aún,
urbanística. Quizá constituya un puro paisaje de una cierta naturaleza y
condición especialmente prístina.
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