Marcelo Ois
Lagarde (s/d) Pasaje Gálvez en Cerro Concepción, Valparaíso (2009)
Existen
estéticas arquitectónicas alternativas a las propias del refinamiento opulento
y grandilocuente.
En
primer lugar cabe citar una estética de la austeridad, que se refina en la
simplicidad, en la autenticidad y nobleza de formas y materiales, y que se
concentra en una rigurosa síntesis superior de la forma. En arquitectura hay
abundantes ejemplos de una virtuosa y noble austeridad.
También
puede mencionarse una estética legítima de la pobreza, en donde la estrechez
material hace reducir todo el despliegue tectónico a lo estrictamente
necesario, despojándose de pretensiones extrañas a su condición y explotando a
fondo los recursos a su alcance. En los cerros de Valparaíso proliferan ciertos
casos ejemplares.
Lo
que es verdaderamente imperdonable es esa arquitectura empobrecida para pobres
que algunos profesionales arquitectos infligen bajo la equívoca denominación de
“vivienda de interés social”. Es un espectáculo penoso ver cómo profesionales
universitarios perpetran una casiarquitectura empobrecida para pobres,
conformando guetos infames en donde hervirá a fuego lento la lacra de las
estigmatizaciones.
Tales
estigmatizaciones, no por estéticas son menos atendibles. Pero no son puramente
estéticas.
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