Residencia en
Toledo, España
Frente al diseño de una
vivienda un arquitecto debe dudar y reconstruir desde esa duda la noción misma
de vivienda, la lógica de su disposición física, de sus efectos simbólicos, de
las tecnologías que la concretan y de los principios de su relación con el
medio. No importa si el resultado final es original o no, si ese proceso de
reconstitución se refleja ostensiblemente en la obra, lo que importa es que la
obra será auténtica no por original o novedosa sino por originada desde sus
fundamentos.
Roberto
Doberti
Tras
la necesaria fase de duda y extrañamiento, es necesario un riguroso ajuste de
ideas, nociones y conceptos.
Reconstruir
la noción misma de “vivienda” implica señalar sus límites, insuficiencias o
inconsistencias. Implica explorar las vecindades semánticas: residencia, morada, casa. Sólo cuando se
depure el campo semántico y sólo cuando se recorran una a una las referencias
será posible afrontar un desafío adecuadamente formulado. En efecto, no es lo
mismo encarar el diseño profundo de una vivienda, una residencia, una morada o
una casa. A cada cual le corresponde unas nociones, unas ideas, un concepto,
una lógica de disposición física (una estructura profunda), una arquitectura de
pormenores, unos determinados efectos denotativos y connotativos, unas diversas
tecnologías apropiadas y ciertos y diferentes principio de relación con lo
circundante, con el contexto y con el hábitat.
Habrá
que averiguar los términos concretos de la demanda social y contribuir a
clarificarlos, dejando crecer desde su raíz o pie el propio encargo.
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