Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XVI)


Forman Hanna (1881-1950)

El ojo es el órgano de la distancia y de la separación, mientras que el tacto lo es de la cercanía, la intimidad y el afecto. El ojo inspecciona, controla e investiga, mientras que el tacto se acerca y acaricia. Durante experiencias emocionales abrumadoras tendemos a cerrar el sentido distanciante de la vista; cerramos los ojos cuando soñamos, cuando escuchamos música o acariciamos a nuestros seres queridos. Las sombras profundas y la oscuridad son fundamentales, pues atenúan la nitidez de la visión, hacen que la profundidad y la distancia sean ambiguas e invitan a la visión periférica inconsciente y a la fantasía táctil.
Pallasmaa, 2005

Es especialmente interesante reparar en estas observaciones.
Estas preludian una reconsideración crítica de nuestras operaciones sensibles, labor fundamental para la construcción de una renovada aisthesis arquitectónica. Podemos comprender aquí la diferencia entre la compleja percepción global de las personas y el mero flujo físico de información a través de un órgano. Aun la ausencia de estímulos es significativa y sujeta a los caprichos y hábitos del cuerpo.

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