Teatro La
Fenice, Venecia, 2017
Nos
gustan los teatros por su carácter de lugares liminares entre la vida cotidiana
y el sueño.
Trasponer
la portada es, con mucho, la operación necesaria para comenzar a transformarse
de viandantes a oficiantes, de deambuladores profanos a miembros del sagrado
público, de resignados realistas a ebrios soñadores. Pero la operación que
realmente preludia la suspensión ritual de la incredulidad es la de elevar la
mirada hacia el cielo. Allá en lo alto se encuentra el genio propicio al
encantamiento, desde allí proviene la luz que todo lo impregna y allí y
entonces reverberan los expectantes murmullos de la expectación.
Disfrute del espectáculo.
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