Alrededores de
San Gimignano, 2017
Ha sido
en la campiña toscana en donde nos hemos maravillado con el concierto armonioso
entre las personas y su paisaje.
Es de
hacer notar que no se advierte una situación singular especialmente
distinguida, sino un moroso consenso de todos y cada uno de los actores
históricos que se suceden en el tiempo y que coexisten en el paisaje. A la
solidaridad de los vecinos, prolongada por la confabulación de las generaciones,
se le complementa con una alianza entrañable con el solar cultivado.
El
resultado no sólo es hermoso; también es aleccionador. ¿Cuándo dejaremos
nosotros de ser advenedizos en nuestro propio paisaje?
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