Leon
Wyczólkowki (1852- 1936) Primavera en
Gosieradz (1933)
Las
alegrías genuinas del habitar pueden ser tan simples y evanescentes como una
mancha de sol en una penumbra o el discreto rumor de una cortina que se
desplaza con una brisa fresca. Por su parte, las tristezas también tienen tenor
similar, que suele evocar, por lo general una cierta mezquindad, una cierta
deprivación. Para Le Corbusier eran alegrías esenciales la luz solar, el aire y
el espectáculo de los verdes de la naturaleza. Y en verdad, es triste privarse
de cosas así.
No
obstante, tales aspectos no suelen desvelarnos tanto como el acomodado atrezo
de nuestros escenarios.
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