Real Alcázar de
Sevilla, 2016
Los
patios tienen tres tipos de honduras.
La
primera es la hondura que se abre a la marcha, que es la dimensión que el patio
tiene en común con todos los recintos. Un gran patio es, naturalmente, un patio
profundo en este sentido.
La
segunda es la hondura que el habitante debe vencer con el adentramiento, la
dimensión que el patio tiene como ámbito interior que es. Adentrarse en un
patio es diferente a marchar por él. La hondura interior no mide la extensión
del largo con los pasos, sino la separación sutil que se entabla entre el lugar
en donde uno ingresa al lugar hasta el sitio en que se detiene para considerar,
con plenitud, que ahora sí está en su interior.
Pero la
tercera hondura es, acaso, la más interesante y es la dimensión que se escapa
hacia todo lo alto. Un gran patio, tal como el del Real Alcázar de Sevilla es
singularmente profundo en la dirección que se dirige al cielo. Esta hondura se
mide, por lo general, con los gradientes de la luz en correspondencia con lo
absorta que puede dirigirse allí la mirada. Hacia la región del cielo que
consigue atrapar para sí el patio.
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