Santiago
Rusiñol i Prats (1861 – 1931) Café des
Incohérents (1890)
El
tono osmotópico del lugar es la primera evidencia de nuestra intromisión en
éste y su primera nota distintiva.
Es lo
primero que apreciamos, así como también es lo primero que sumimos en el fondo
de la memoria y el olvido. Mucho tiempo después, la ocurrencia de un aroma
análogo desatará un vertiginoso proceso de asociaciones. Cuando volvemos a oler
ciertas fragancias, nuestra conciencia desolvida. Por ello, los perfumes
propios de los ambientes y los eventos son factores cruciales en la
identificación, así como poderosos factores de desencadenamiento de emociones.
Si
esto es así, el tono osmotópico de un lugar es un elemento que demanda una muy
detenida atención del habitante y su adecuada configuración debería ser asunto
ampliamente asumido, mucho más allá del mero y expeditivo consumo de fragancias
comerciales.
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