Sebastián
Salgado
Por
encima de la altura a la que podemos alcanzar con las manos está la dimensión
moral del lugar que poblamos.
La
magnitud de la altura es aquella que contiene y distribuye los juicios: en lo
bajo, lo sencillo, práctico y cotidiano, mientras que a las alturas está
proyectado lo problemático, lo especulativo y lo que adviene. La altura por
encima de nuestros cuerpos erguidos constituye la escala relativa de nuestro
lugar. El constreñimiento en altura es la medida en que nuestra vida resulta
mezquina, mientras que el exceso se torna no hospitalario. En la altura
comenzamos a vislumbrar de qué se trata el complejo problema de la magnitud
conforme.
En cada
situación hay, efectivamente, una altura conforme a la adecuación, la dignidad
y el decoro, pero sólo podemos intuirla aún de modo no suficientemente preciso.
Quizá porque la altura conforme no es asunto de cintas métricas y algoritmos
simples, sino de un sentido humano singularmente sutil.
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