René Groebli
(1927)
Nuestra
vida consiste, en una de sus dimensiones sensibles más importantes, en un
acechante prestar oídos hacia todo lo que acontece.
Y lo
que acaece es tanto las sublimes músicas de la vida y del arte, así como los
rumores de la naturaleza y, sobre todo, los estrépitos de la vida social. La
función poética de distinguir las voces
de los ecos— tal como proponía en su entonces don Antonio Machado— es una
clave de la buena vida. Porque la acuidad precisa, el sentido de la melodía, la
armonía y del ritmo, el criterio sólido son los signos del ser humano bien
consumado.
Una
buena vida presta oídos a la música de la existencia y de ella repara en los
más hondos estremecimientos de su canto.
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