En
las dimensiones físicas clásicas —las tres espaciales y el tiempo— son
peculiarmente vividas por las actividades fundamentales del cuerpo.
Así,
la marcha desarrolla ante nosotros la
profundidad perspectiva y allí cabe avanzar, por lo general, y a veces
retroceder.
La bipedestación supone ocupar la dimensión
vertical en donde es posible elevarse o descender.
La latitud comprendida por el desarrollo de
nuestra acción y dominio permite ya ensanchar, ya angostar.
Estas
actividades fundamentales constituyen una rica y entrañable articulación de
significados que son activados con la habitación plena de la arquitectura de
los lugares.
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