Hay
cosas que hacen sospechar que, como especie civilizada hemos emprendido dos
caminos diferentes para llegar a este entrevisto presente.
Por
una parte, un largo proceso histórico en donde nos hemos construido una
conciencia específica en donde llegamos, no sin muchas dificultades, a
identificarnos bajo la caracterización de especie, esto es, de todo aquello que
es Otro, encontramos que somos Uno en nuestra difícil condición humana. De ahí
que se pueda pensar que los nuestros,
los seres humanos, damos una forma fundamental al habitar este por demás
congestionado pedrusco en órbita.
Por
otra parte, en un no menos dilatado proceso histórico, nos constituimos como
individuos, esa presencia que puebla de inquietud el espejo. Somos Uno, somos
singulares, irrepetibles, únicos en nuestro ser y circunstancia. Y estamos cada
vez más solos frente al espejo de la conciencia.
Así,
llegamos a estar avecinados y, a la vez, sumidos en una recién conquistada
soledad.
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